La música se ha ganado a pulso ser reconocida como uno de los recursos metodológicos más completos que existe. Esta cuestión no es casual. Indudablemente, cualquier contacto intencionado con la música tiene como resultado un cúmulo de sensaciones y experiencias agradables en sí mismas, independientemente del objetivo que persigamos con su uso. Este es el motivo por el cual tendemos a relacionar la música en general con algo placentero.
Cuando un niño escucha música su actividad cerebral simplemente se dispara. Todos estos procesos son en muchos casos evidentes a simple vista y físicamente se puede comprobar cómo se le eriza la piel, varía el ritmo de su respiración, se alteran los latidos de su corazón e incluso pueden aparecer viejos recuerdos que se evidencian por la escucha de un sencillo giro melódico.
Si este primer contacto con la música no se limita a una escucha pasiva, si además lleva a cabo una actividad musical sensiblemente más completa y como acompañamiento a otra tarea que sea compatible, se alteran en los niños otros aspectos más complejos como un considerable aumento en la capacidad de concentración, desarrollo de la memoria, sensibilidad, estructuración de la información, así como una mayor estimulación en la expresión corporal y en habilidades de lectura, habla y escritura.
Varias investigaciones sobre música y bilingüismo sugieren que en las primeras etapas de la vida, la música es más accesible para los niños que la palabra. Si además de esto reconocemos que mediante la música se producen en nuestro cerebro alteraciones directamente relacionadas con el aprendizaje de cualquier lengua, entonces tiene todo el sentido recurrir a la música como recurso para la adquisición de cualquier tipo de habilidad, incluyendo y de manera destacada la adquisición de una segunda lengua.
Y en esto se basa la metodología de BRAVO; Bravo desarrolla canciones que despiertan el interés del niño, haciendo que el aprendizaje de lenguas sea más divertido, musical y emocional.
Los vídeos musicales son los recursos principales de este proyecto. Con ellos, los niños y las niñas aprenden una lengua jugando, cantando y participando activamente en la construcción de su propio conocimiento.
Los recursos dinámicos que acompañan cada entorno de aprendizaje, adaptado a los niños según su edad y necesidades, con una temática determinada siempre ligada a los intereses del alumnado y dentro del currículo del Español como Lengua Extranjera (ELE) o para aquellos niños de herencia (hispanohablantes) residentes en países donde el español no es una de las lenguas oficiales, hacen más sencillo y lúdica la integración de una lengua extranjera sea más sencillo y lúdico.
La música es buena sola o acompañada, pero si lo que pretendemos es estimular las capacidades de aprendizaje de un niño,… ¡mejor con hacerlo con ritmo!